sábado, 2 de junio de 2012

Historia del sumo

Me encanta el mundo del deporte y sobretodo los de contacto fisico, a lo largo de mi corta (todavia) vida, he practicado el deporte favorito de mi padre y de mi abuelo, el boxeo. A pesar de ser mujer, lo e tenido muy facil, la gente con la que me cruzado y he convivido con este deporte han sido maravillosas.
Como ya sabeis este blog esta vinculado con la cultura japonesa... En Japón no es tradicion el boxeo pero si el Sumo, otro deporte de contacto.
El Sumo es sin duda ninguna el deporte tradicional de Japón. Más de 2000 años han transcurrido desde que se conoce su existencia y en todo este tiempo ha pasado por diferentes etapas de mayor o menor importancia en la sociedad japonesa hasta llegar a los tiempos actuales en los que ha llegado a gozar de una gran popularidad gracias a su adaptación a los nuevos tiempos combinado con el mantenimiento de los antiguos rituales. Sin embargo y a pesar de los cambios efectuados principalmente en este pasado siglo la lucha nipona proviene directamente de aquellos primeros combates a muerte de los que nos hablan las antiguas crónicas, y es que todo lo que acompaña al Sumo se pierde en las más ancestrales tradiciones niponas.

El Torneo

Hay seis grandes torneos de sumo (basho) durante el año, en cada mes impar del año. Tres se celebran en la capital, Tokyo, y el resto en las ciudades de Osaka, Nagoya y Fukuoka. Solamente existen sesenta y seis  luchadores profesionales en las dos máximas divisiones de sumo. El resto son considerados poco menos que aprendices y están totalmente subordinados a los de mayor grado. Cada luchador pertenece a un gimnasio (heya) y vive de forma comunal en un estilo de vida que está por completo dedicado al deporte y a sus tradiciones.
Las reglas del sumo son extremadamente sencillas. Para empezar, hay que resaltar que no existen varias categorías según el peso de los luchadores, sino que todos esta´encuadrados dentro de la misma clasificación o banzuke. El objetivo de cada luchador es enviar a su oponente fuera del ring (dohyo) o conseguir que cualquier parte de su cuerpo (excepto las plantas de los pies) toque el suelo. Los luchadores no pueden tirar del pelo, atacar a los ojos o golpear con el puño cerrado. Si al finalizar un torneo el luchador consigue más victorias que derrotas, ascenderá en la clasificación (banzuke), y si no, descenderá puestos. 
Hay dos maneras de abandonar el Sumo: intai y haigyo. Cuando un rikishi ya ha adquirido el derecho para un Toshiyori-kabu (el derecho a usar uno de los nombres de oyakata), él puede intai. Pero cuando no ha adquirido ninguno de esos nombres, está forzado a haigyo. Esto significa que abandona para siempre el mundo del sumo profesional, aunque puede aún permanecer vinculado a este deporte como ojeador para una heya, usar sus habilidades culinarias para abrir un restaurante de chanko (estofado de estilo sumo) o entrenar a luchadores de sumo amateurs.
Sin el Toshiyori-kabu, a un Yokozuna sólo se le está permitido permanecer en la Nihon Sumo Kyokai hasta 5 años, a un Ozeki 3 años y 2 a los Sekiwake y Komusubi. Si pasado este tiempo no han conseguido adquirir un Toshiyori-kabu, deben abandonar el mundo del sumo. Sin embargo un luchador que solo haya llegado hasta Juryo pero que posea dinero suficiente para adquirirlo, permanecerá en él como un oyakata. El único requisito para comprar un Toshiyori-kabu es haber llegado al rango de Juryo o superior.
Antes de los combates de la máxima categoría, todos los Yokozuna realizan el Yokozuna dohyo-iri, una bella sinfonía de movimientos para espantar a los malos espíritus. Posteriormente los luchadores aparecen ataviados con sus kesho-amawashi y realizan el Makuuchi dohyo-iri, durante el cual suben al dohyo y son presentados uno a uno ante los espectadores.
Los combates están llenos de rituales. De hecho, el propio combate es lo que menos tiempo tarda en realizarse.Ritual del Sumo En sumo, como en todas las artes marciales japonesas, la cortesía y el ritual se respetan y los combates comienzan con una inclinación de cabeza de ambos luchadores, como saludo. Tras retirarse brevemente a su rincón y realizar algún shiko (levantar la pierna y dejarla caer violentamente contra el suelo), los contendientes se colocan frente a frente en cuclillas para frotarse las manos y aplaudir una vez, estirar ambos brazos con las palmas de las manos hacia arriba, volver estas hacia abajo y completar este ritual poniendolas sobre las rodillas, mostrando de esta forma a su oponente que acude al combate sin portar ningún tipo de arma oculta. A continuación se retiran de nuevo a su rincón, en donde beberán el chikara-mizu, agua purificadora con la que se enjuagarán la boca, escupiéndola posteriormente. Comenzará entonces una especie de guerra psicológica en la que los luchadores se estudiarán varias veces antes de decidirse a comenzar el combate. Durante todos estos rituales, cada luchador cogerá de su rincón un puñado de sal que arrojará al dohyo para purificarlo antes del combate.
El combate comienza cuando las manos de ambos luchadores tocan el dohyo. Se supone que ambos rikishi deben tocar con ambas manos antes de empezar. Una salida falsa (matta) ocurre cuando un rikishi empieza antes que el otro, y actualmente está castigado con una sanción económica.
A veces los dos rikishi caen a la vez. Aunque no esté muy claro el vencedor, el gyoji tiene que indicar uno. Los jueces pueden, entonces, subir al dohyo para deliberar, a lo que se llama "mono-ii". El resultado final puede ser la ratificación de la decisión del árbitro, cambiar su decisión o llamar a los dos rikishi para que repitan el combate.

La vida de un luchador

Comparado con la alta calidad de vida que la nación de Japón disfruta ahora, la vida en una Heya es feudal. El día comienza muy temprano, cuando los luchadores de rango inferior se levantan y realizan algunas prácticas antes de comenzar con sus tareas asignadas, las cuales incluyen limpiar el edificio y preparar los alimentos para la La dura vida en una heya comida principal del día. Todo el que vive en una heya debe aprende a hacer las tareas, y algunos consiguen tanta habilidad o gusto por la cocina que después de que sus vidas en el sumo han terminado, abren un ryokan (posada de estilo japonés) o restaurantes donde sirven chanko-nabe, el estofado que sirve de combustible a los rikishi.
Los sekitori de rango más elevado aparecen a una hora más razonable, y comienzan una sesión de práctica que puede durar varias horas. No es extraño que un luchador de otra heya venga de visita y tome parte en el entrenamiento, y no solo en su propio beneficio, ya que una de las obligaciones de los luchadores es la de ayudar a los de grado inferior.
A la hora de sentarse a comer, nuevamente el rango se impone. El oyakata se sentará primero, después los rikishi de más alto rango irán tomando asiento, siendo servidos por los juniors. Aún cuando hay comida para todos, el privilegio de sentarse más pronto y comer pedazos escogidos es un poderoso incentivo para los rikishi para escalar posiciones en el ranking.
Después de la gran comida de la tarde, los rikishi se tumban a dormir la siesta, parte de la razón del por qué engordan tanto; las calorías se transforman en peso porque no pueden ser totalmente consumidas como combustible por los músculos. Cuando se levantan hay otro ensayo menos arduo, quizás importantes técnicas en vez de fuerza bruta, y trabajo básico de pies. Se sirve después una cena, menos elaborada que la comida principal. Sólo entonces los rikishi tienen algo de libertad, así que se van a dar un paseo alrededor de su vecindario, al cine a ver una película o a beber algo a un bar cercano. Cuando llega la hora de acostarse, los rikishi casados se van a casa con sus familias, normalmente un apartamento cerca de la heya; Los solteros viven en habitaciones en la heya, y los de rango más bajo duermen en habitaciones comunales.
Para los que vienen del extranjero hay clases de japonés y de cultura japonesa; El Oyakata y su mujer deben tener cuidado de que los prometedores rikishi extranjeros no se conduzcan fuera del áspero mundo del Sumo por nostalgia o por depresión.
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